jueves, 6 de febrero de 2014

Angel (Ernst Lubitsch, 1937)

Iba a hacer mención de las maravillosas elipsis lubitschianas, de las que este film entrega más de un ejemplo, pero una cristalina cita de Truffaut me ahorra el trabajo:
"La verdad en este género de trabajo es que se trata de contar una historia, y al mismo tiempo, de hallar el modo de no contarla del todo. Hay, por supuesto, un guión, resumible en algunas líneas, generalmente la seducción de un hombre por una mujer que no quiere nada con él, o inversamente, la invitación al pecado de una tarde, al placer, los mismos motivos que en la obra de Sacha Guitry, y lo esencial: no tratar nunca el tema directamente. De modo que, si permanecemos tras la puerta del aposento mientras todo ocurre en su interior, si nos dejan en la antecocina mientras todo sucede en el salón, y en el salón cuando la cosa pasa en las escaleras, o en la cabina telefónica cuando todo sucede en el sótano, es que Lubitsch, modestamente, se rompió la cabeza durante seis semanas de escritura para que los espectadores pudieran, finalmente, construir el guión ellos mismos, con él, mientras el film discurre sobre la pantalla.
"Tal como ocurre con los pintores y los escritores, también hay dos tipos de cineastas: están los que seguirían trabajando en una isla desierta, sin público, y aquellos que en tal caso renunciarían, les parecería absurdo. De modo que no hay Lubitsch sin el público, pero, atención, porque el público no es aquí algo agregado, sino que convive, forma parte del film. En la banda sonora de un film de Lubitsch, tenemos el diálogo, los ruidos, la música... y nuestras risas, y esto es lo esencial, si ellas el film no existiría. Las prodigiosas elipsis del guión sólo funcionan porque nuestras risas hacen de puente entre una escena y otra. En el gruyère Lubitsch, todos los agujeros son geniales.

"Tantas veces empleada a tontas y a locas, la expresión 'puesta en escena' viene por fin a significar algo: se trata aquí de un juego que sólo puede practicarse de a tres, y estrictamente durante la proyección. ¿Quiénes conforman el triángulo? Lubitsch, la película, el público.
"De modo que nada que ver aquí con cine al estilo de Doctor Zhivago. Si alguien me dice: 'Vengo de ver una de Lubitsch en la que había un plano inútil', lo trataré de mentiroso. Este cine es lo contrario de lo vago, de lo impreciso, de lo informulado, de lo incomunicable, no hay en él ningún plano decorativo, nada que esté ahí 'porque queda bien': desde el comienzo hasta el final nos hallamos metidos en lo esencial hasta el cuello." (Les Films de ma vie)
 

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-Datos técnicos-
VO: Inglés | Subs: Castellano/English (VobSub en el mkv)
87m | Matroska 720x576 (1.361) | 1850 kb/s | 224 kb/s AC3 | 25.0 fps
1.27 Gb + 3% rec.
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jueves, 30 de enero de 2014

Roscoe Arbuckle, Fatty

La enorme figura de Roscoe Fatty Arbuckle iluminó el cielo de Hollywood hasta el momento de su ocaso.
Fatty no solo fue una influencia directa en los mayores exponentes del slapstick estadounidense, sino que sus obras hablan cien años más tarde.
Galán y contrapunto, héroe y cobarde, en todos sus papeles se destacó por un uso nada burdo de su sobrepeso, un juego físico en donde nunca se remarca su gordura y sí se crea un halo de belleza que para nada tenía.
En el debut de Pollo al spiedo queremos compartir Fatty joins the force, cortometraje mezcla de amargura con slapstick, en donde nuestro querido Roscoe, obviamente, se hace policía.

La película de 1913 es de las menos interesantes de Arbuckle, no solo por el guión para nada elaborado, sino por el desfasaje entre los esperable de las caídas, golpes, gestos y todo el trabajo físico de los actores con el sorprendente final, agrio y nada gratificante para los amantes del cine de Fatty.
Después de leer esto te preguntarás, ¿me están ofreciendo una mala película en el debut de un blog de cine "recomendado"? No, no es mala. Es muy buena, pero Fatty es uno de los autores y actores más relevantes de la historia del humor en el cine mundial; esto es mediocre en estándares Arbuckle...